Myriam, mi ama inglesa

Cuando me reencontré con Myriam en Inglaterra no me podía imaginar lo que iba a suceder. Tras años sin vernos, contactamos por Internet y como teníamos proyectos profesionales parecidos, decidí viajar a Inglaterra para proponer le trabajar conjuntamente en un proyecto.

El reencuentro fue muy cálido, Myriam se había casado y hacía años que vivía allí. Al verla recordé nuestros escarceos sexuales cuando eramos jóvenes, que no habían pasado de besos, toqueteos y alguna que otra masturbación conjunta.

Iba vestida con ropa informal, jersey y pantalones vaqueros de los que parecía explotar su enorme culo. Estaba un poquito más rellenita, aunque seguía delgada, lo que había provocado que sus tetas hubieran crecido espectacularmente (cuando la conocí apenas tenía dos margaritas, eso si, con grandes pezones).

Tras hablar de trabajo, acordamos quedar por la noche a cenar. A esa hora se presentó vestida de otra forma completamente distinta: traje de chaqueta, falda de tubo muy pegada al cuerpo, medias negras y zapatos de tacón alto. Se había recogido el pelo en un moño y llevaba un gran bolso negro que, en aquel momento, no supe que contenía…más tarde lo averigüé.

Cenamos y charlamos y bebimos vino en la comida, la situación era muy agradable y me parecía a mí que podíamos tener rollo. Me preguntó por mi vida, por mis ex-novias y derivó en una charla de carácter sexual…qué me gustaba, qué tal me iba en el sexo, etc.

Se interesó mucho cuando salió el tema de Marilyn y el spanking, así que le conté en detalle esa experiencia con Marilyn.

Cuando salimos, me lo propuso directamente:

– ¿ Vamos a tu hotel ?, mi marido está de viaje así que tengo la noche libre.

Me emocioné, me iba a enrollar otra vez con Myriam, la cogí de la cintura, pero rápidamente me soltó y me dijo:

– No, eso no…hoy mando yo.

Pensé que Myriam quería ser quien llevara la voz cantante, pero era algo más lo que pretendía.

Subimos a la habitación del hotel y al entrar me dijo:

– Voy a ser tu ama, hoy vas a ser mi esclavo y harás lo que yo te diga.

No me pareció mal, todo lo contrario, así que me dejé llevar por sus órdenes.

– Desnúdate – me dijo –

Yo empecé a desnudarme mientras ella me miraba con indiferencia. Una vez completamente desnudo, sacó de su bolso un collar de perro y una correa que me ató al cuello. Me puso a cuatro patas y me llevó de paseo como un perrito por la habitación del hotel hasta llegar al sillón, donde se sentó.

– Lame mis zapatos, me ordenó.

Yo empecé a chupar sus zapatos y mi erección iba en aumento, quería tocarme, pero cuando lo intentaba Myriam me propinaba un buen pescozón en la cabeza. Me hizo quitarle los zapatos y chupar sus pies sobre sus medias. Estaba siendo dominado por Myriam, pero me encantaba, quería ser su sumiso escalvo.

Se puso de pie y se quitó la falda, dejándose sus medias puestas. Me fijé, no tenía bragas y apareció ante mi su coño completamente depilado. ¡ Qué ganas de follar tenía !, pero no me dejaba tocarla ni acercarme a ella.

Me dijo que la siguiera a cuatro patas por la habitación, ella iba delante de mi, mostrándome su enorme culo y excitándome aún más. Se sentó sobre mi espada y me obligó  a andar con ella encima mientras me daba en los muslos con una pequeña fusta que había sacado del bolso. Yo no podía más, quería complacer a mi ama, pero mis deseos de follarla eran inmensos.

Hizo que me tumbara en el suelo, boca arriba y me tapó los ojos con una venda negra. Yo no sabía qué iba a ocurrir, pues no veía nada. De pronto sentí un objeto puntiagudo sobre mi pene, que me lo presionaba, primero despacio y luego más rápido. Supuse que eran los tacones de sus zapatos sobre mi polla, lo cual me ponía aún más caliente. Dolía mucho, pero me gustaba demasiado para decir basta, y de mi pene empezaba a salir líquido preseminal.

Me azotó el pene y los huevos con su fusta, mientras seguía presionándolo con sus tacones.

Noté como se movía y colocaba su culo sobre mi boca, me presionaba tanto su culo sobre mi cara que había veces que no podía respirar. Myriam seguía azotándome la polla mientras su culo seguía sentado en mi cara. Me obligó a chuparla el culo, mientras me gritaba:

– Perro, perro, lame como un puto perro.

– Ama, por favor, déjeme meterle mi polla en su culo…

– Calla perro callejero, yo te diré cuándo podrás

Al cabo de un buen rato, me obligó a chuparla el coño, mientras me fustigaba en la espalda; dolía de verdad, pero me gustaba tanto …

– Perro, no has estado del todo mal, te voy a dar tu premio, pero no te quitaré la venda de tus ojos.

Me llevó hasta la cama y me tumbó boca arriba. Noté que se ponía de cuclillas encima de mi y que se llevaba mi polla hasta su agujero. Parecía que le costaba entrar en su cuerpo, y pronto me di cuenta que se lo estaba metiendo por el culo.

Myriam cabalgaba su culo sobre mi polla, mientras me daba bofetadas en la cara y me daba latigazos en los brazos y hombros con su fusta. Yo quería tocarla las tetas, las piernas, toda entera, pero cada vez que me acercaba me fustigaba aún más. Notaba sobre mi pubis sus jugos vaginales.

Al cabo de un rato un grito de placer salió de mi…eché toda mi leche dentro de su culo.

Al fin, me quitó suavemente la venda y el collar y me dio un gran beso en la boca.

Esa noche dormimos juntos, estuve toda la noche empalmado recordando lo que Myriam me había hecho, pero no me dejó ni siquiera tocarla en toda la noche.

A la mañana siguiente nos despedimos hasta el próximo viaje para hablar de trabajo.

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