Isabel y el strapon

Hoy os quiero hablar de Isabel. Isabel es una chica bajita, algo rellenita, muy mona de cara, grandes tetas y culo bonito. Conocí a Isabel hace años, aún virgen ella y nunca había estado con un chico. Es la chica con la que más relaciones he tenido, ya os contaré cómo empezamos y qué hemos hecho porque no tiene desperdicio.

Un día nos fuimos de fin de semana a un pueblo de Soria, la intención era bien simple: comer bien, beber bien y, por supuesto follar como locos. En aquella época Isabel no estaba con nadie – ahora está casada con dos hijos – y a mí me apetecía pasar buenos ratos con alguien y ella estaba disponible, así que le llamé y le invité.

Elegí una pequeña casa rural donde estábamos solos. Llegamos a la hora de comer, así que tras tomar unas cañas de aperitivo, fuimos a un restaurante cercano.Durante la comida cayó una botella de vino de La Ribera del Duero, por lo que los dos estábamos con un puntillo de aquella manera.

Al llegar a la casa rural empezamos los sobeteos. A Isabel le gusta ir despacio, primero el magreo: meternos mano por encima de la ropa, sobarnos, muchos morreos; luego tocarnos por debajo de la ropa y poco a poco desnudarnos.

Una vez desnudos, nos sentamos en la cama, frente a frente. Ante mí aparecía un coño peludo abierto y mi polla tiesa estaba a mano de Isabel. Empezamos a masturbarnos uno al otro – tendríais que oír gemir a Isabel, es increíblemente excitante -. Para mi gusto es, de las chicas con las que he estado, la que mejor pajas hace; además pone una cara de morbosa cuando las hace…

Decidí meterla el dedo por el culo, nunca lo había hecho con ella y creía que no le gustaba. Unté mi dedo con saliva y empecé a acariciar su ano, aprovechaba su líquido vaginal para que mi dedo estuviera aún más mojado. Metí sólo medio dedo en su ano, y en lugar de quejarse o quitármelo, gemía con más violencia y me movía la polla cada vez más rápido.

Supongo que Isabel pensó que no debía ser yo el único que probara el culo, así que noté su dedo en mi ano intentando abrirlo para metermelo:

– Cuidado Isabel, primero mójate el dedo con saliva que me duele….le dije.

Se levantó y vino del baño con una crema, que frotó en su dedo y en mi culo; me dijo que me tumbara boca arriba, con las piernas abiertas. Ahí la tenía, con su cara sobre mi culo intentando meterme el dedo. Era la primera vez que me lo hacía alguien, por lo que no sabía cómo me iba a sentir.

Noté que entraba sin demasiada dificultad y me empezó a producir un tremendo placer. Me tocaba la próstata por dentro y sentía algo diferente a lo que había sentido nunca. He de reconocer que la erección bajó un poco, pero me gustaba. Mientras se manejaba con mi culo, chupaba mis huevos y mi polla; me volvía loco.

Poco a poco su dedo fue entrando más rápido en mi culo que se abría cada vez más y su boca se movía más rápida en mi polla.

– Espera, voy por una cosa, me dijo.

Yo no quería que se fuera, quería que siguiera; pero ella estaba decidida.Mientras salía de la habitación yo me masturbaba y me tocaba el ano – desde aquel momento me gusta hacerme pajas así -.

Volvió con un aparato que era un consolador, pero tenía una especie de cinta o cinturón. Se ató el cinturón a su cintura y el consolador aparecía como si fuera su polla. ¡ Me iba a follar con eso !, por una parte lo deseaba pero me daba un poco de cosa, dado que yo no soy gay (aunque he estado con algún chico como veréis en otro post).

Me puso a cuatro patas e introdujo el aparato en mi culo…ahh un pequeño dolor gustoso recorrió mi cuerpo. Isabel me estaba dando por culo y el morbo que me producía era indescriptible; era como estar con una travesti (fantasía todavía no cumplida).

Tocaba mis huevos por debajo y me daba pequeños azotes en el culo mientras entraba y salía de mi ano ese aparato. Me pidió que me pusiera boca arriba, abierto de patas para ella y me la metió de nuevo. Esta vez me hacía una paja mientras me la metía:

–  ¿ Te gusta maricón ?

Mi polla iba a estallar, estaba dura como una piedra y cuando ya no podía aguantar más me corrí. El sentimiento era increíble, cada vez que expulsaba el chorro de semen, los músculos de mi ano se estrechaban y notaba el vibrador dentro de mí; aquello no paraba de echar semen, parecía inagotable.

Al fin acabé, fue una experiencia fantástica y maravillosa.

Isabel me contó que un amigo suyo – ahora su marido – le había enseñado eso y quería ser la primera mujer que me desvirgara. Le doy las gracias a Isabel por haberme enseñado esa maravillosa experiencia.

 

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